
Una despedida marcada por la sencillez
Una rosa blanca y una lápida sencilla con la inscripción «Franciscus» reflejan el espíritu de sobriedad que el Papa Francisco deseó para su descanso eterno. Las primeras imágenes de su tumba en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, muestran un sepulcro austero, donde un crucifijo de plata iluminado por un único foco cuelga sobre su nombre en latín.
El pontífice, fallecido el pasado 21 de abril a los 88 años, fue sepultado en una ceremonia privada en la iglesia que visitó de manera constante durante su vida como cardenal y luego como papa. Así, en un lugar que consideraba especial, Francisco cerró su ciclo terrenal.
La última muestra de cariño
Desde las primeras horas del domingo, cientos de fieles formaron largas filas para acercarse hasta la Basílica de Santa María la Mayor y rendir homenaje al pontífice. Tras la ceremonia fúnebre, que reunió a más de 400 mil personas en el Vaticano, la tumba se abrió al público, dando inicio a una jornada de recogimiento, fotografías y gestos de afecto, simbolizados en la presencia de una única rosa blanca.
Considerado uno de los cuatro templos más importantes de Roma, el recinto se ha convertido en el punto de encuentro de quienes buscan despedirse y agradecer al papa que eligió la humildad como su último mensaje.




